La espuma con suavidad te besa los labios,
son tan susceptibles a su tacto,
que crea un apartado en la memoria.
Así de terso es,
por tan buen sabor que se empapa,
en las papilas y el resto de la boca.
Es el efecto de la adrenalina,
del acelerado cuerpo que se siente nítido,
delineado por el perceptible aroma.
Y en ambos casos perdura la sensibilidad de los dedos,
que se adormecen,
por el calor, por una buena taza de café.
(2 de febrero de 2015)
FPSA
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