No sé qué es lo que he estado persiguiendo últimamente pero
sé que es lo que he dejado atrás. Un cruel ideal que toma cada momento de
locura, que se trasforma por el ocio, por un cuerpo abusado por las horas, que divaga,
que pierde conciencia de la realidad. Es el adorno en mi índice el que me
salva, su perdida se lleva la esencia, se lleva la idea. Se lleva ese mundo
trastornado por la imaginación y el deseo, el deseo ignorado por años de razón
que fueron consumidas por un dolor subjetivo.
La lejanía me puso de pie pero con las llagas al aire. Incoherente,
sin dejar que sanen, la coagulación no era posible, el oxígeno no reaccionaba
por el cuerpo en estado de shock. Y ahora lo quiero olvidar. Quiero dejar atrás
mi vergüenza, olvidar que algo paso. De nuevo es mi meta mantener el control,
dejar atrás la niñez y seguir pisando el camino para que la bruma se aparte de
mis pies.
Ahora me parece cómica mi reacción. ¿Cómo no fui lo suficientemente
madura para desapegarme? ¿o será el apego a un ser humano un reflejo de madurez?
Solo espero que tengas razón, solo espero que no llegue a pasar de nuevo, subir
al pedestal y tener que bajar con las manos temblorosas. Ese es mi problema, ingenuidad,
esperanza, pero prefiero vivir así. Sí, es más fácil detenerte por un cambio
tan drástico pero sé que caminar de puntillas no será tan difícil después de
haberlo hecho por once meses. Termino ése día que perdí el aniño, ya que ese
día extrañamente sentí alivio. Esa es la gran diferencia que encontré a el lo perdí pero a ti te deseché antes del cuarto mes.
(21 de marzo de 2014)
FPSA
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