Mis dedos resbalaban,
enterraba mis uñas en la piedra y los músculos de mi cuerpo se tensaban. La
sangre fluía con mayor rapidez, mi piel por tanto calor se tornaba roja, el
oxígeno escaseaba. Una fuerza me atraía a la nada, con movimientos bruscos trataba
de detenerme, mi fuerza cedía al cansancio, la energía se gastaba con cada
minuto. Mi cabeza retumbaba entre dolor, me empuje hacia arriba, con mi brazo me apoyaba y con la poca fuerza
que me quedaba trataba de subir. Los salados fluidos resbalaban por mi frente,
mi garganta se irritaba y mi boca expedía aire y fluidos. De nuevo esa fuerza
me absorbía. El aire despeinaba mi cabello, podía ver el cielo azul y radiante,
las nubes como pieles de zorro ártico, ahora una fuerza increíble pasaba por mi
espalda y todas mis extremidades quedaban tiesas, la luz disminuía y ya no
quedaba nada.
(30 de enero de 2013)
FPSA
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