Tome la manzana, su
color es tan vivo como el fluido vital de mi cuerpo. Acerque mi mejilla a ella,
helada. La aleje de mí y miraba su pulido acabado, suspire su aroma. Su perfume
era intoxicante, la acerque a mi boca y con una mordida su jugo fluyó por mis
labios. Su sabor era dulce y un poco ácido a la vez y su textura trizada era
fácil de morder. Tome otra, lucía un brillante color amarillo y unas manchas
verdes, pequeña pero más perfumada que la anterior. Esta la tome del tallo y la examine, tome el
cuchillo y lo incruste en ella. El residuo de su azúcar quedaba en la cuchilla y
tome la mitad de la manzana. La succione hasta dejarla seca, después la mordí
para masticar su muerto interior.
(13 de marzo de 2013)
FPSA
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