viernes, 21 de marzo de 2014

Citrino en mi dedo y desecho en el pasado

No sé qué es lo que he estado persiguiendo últimamente pero sé que es lo que he dejado atrás. Un cruel ideal que toma cada momento de locura, que se trasforma por el ocio, por un cuerpo abusado por las horas, que divaga, que pierde conciencia de la realidad. Es el adorno en mi índice el que me salva, su perdida se lleva la esencia, se lleva la idea. Se lleva ese mundo trastornado por la imaginación y el deseo, el deseo ignorado por años de razón que fueron consumidas por un dolor subjetivo.
La lejanía me puso de pie pero con las llagas al aire. Incoherente, sin dejar que sanen, la coagulación no era posible, el oxígeno no reaccionaba por el cuerpo en estado de shock. Y ahora lo quiero olvidar. Quiero dejar atrás mi vergüenza, olvidar que algo paso. De nuevo es mi meta mantener el control, dejar atrás la niñez y seguir pisando el camino para que la bruma se aparte de mis pies.

Ahora me parece cómica mi reacción. ¿Cómo no fui lo suficientemente madura para desapegarme? ¿o será el apego a un ser humano un reflejo de madurez? Solo espero que tengas razón, solo espero que no llegue a pasar de nuevo, subir al pedestal y tener que bajar con las manos temblorosas. Ese es mi problema, ingenuidad, esperanza, pero prefiero vivir así. Sí, es más fácil detenerte por un cambio tan drástico pero sé que caminar de puntillas no será tan difícil después de haberlo hecho por once meses. Termino ése día que perdí el aniño, ya que ese día extrañamente sentí alivio. Esa es la gran diferencia que encontré a el lo perdí pero a ti te deseché antes del cuarto mes.

(21 de marzo de 2014)

FPSA

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