lunes, 9 de diciembre de 2013

¿A qué te sabe?

Tome la manzana, su color es tan vivo como el fluido vital de mi cuerpo. Acerque mi mejilla a ella, helada. La aleje de mí y miraba su pulido acabado, suspire su aroma. Su perfume era intoxicante, la acerque a mi boca y con una mordida su jugo fluyó por mis labios. Su sabor era dulce y un poco ácido a la vez y su textura trizada era fácil de morder. Tome otra, lucía un brillante color amarillo y unas manchas verdes, pequeña pero más perfumada que la anterior.  Esta la tome del tallo y la examine, tome el cuchillo y lo incruste en ella. El residuo de su azúcar quedaba en la cuchilla y tome la mitad de la manzana. La succione hasta dejarla seca, después la mordí para masticar su muerto interior. 

(13 de marzo de 2013)

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Soledad

Supongo que muchos lo han pensado. La soledad. Uno de mis mayores miedos. ¿Pero para qué me sirve temer? ¿De qué manera es útil? Yo sé que si tu perspectiva es más psicológica, claro que tiene un bien pero… ¿Por qué mi miedo más grande es quedarme sola? Y no hablo físicamente solamente, lo cual es casi imposible, sino psicológicamente sola. Que las mentes de todos se cierren. Que no te dejan entrar y esperas hasta que te das cuenta que duele más estar fuera e intentando que lejos para ignorar y olvidar lo que crea ese dolor. Fuera de lo dramático así es como se siente la soledad, más fría, y no negra, sino azul. Tan pesada y honda como un pozo, tan silenciosa y llena de tus pensamientos que podrías volverte loco.

Yo sí lo pienso de esa manera… Me volveré loca si estoy sola. No me gusta pensar por tantas horas divagando en mi mente. Creo universos enteros que solo en papel cobran vida pero si no tienen en cuenta los limites, mis limites, ya no es una historia sino un delirio que no puede ser consumado. Ahí es cuando temo más, la realidad le gana a cualquier idea que podrás tener del mundo actual y por ello mis creaciones no tienen tantos elementos en común.

No tienen a las personas más cercanas a mí, solo son personajes que cobran vida en mi universo. Pero bueno. Hay cosas en esta vida que no se pueden evitar. Solo espero nunca llegar a sentir a la helada y marina soledad.


(9 de diciembre de 2013)
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domingo, 1 de diciembre de 2013

Al punto

Mis dedos resbalaban, enterraba mis uñas en la piedra y los músculos de mi cuerpo se tensaban. La sangre fluía con mayor rapidez, mi piel por tanto calor se tornaba roja, el oxígeno escaseaba. Una fuerza me atraía a la nada, con movimientos bruscos trataba de detenerme, mi fuerza cedía al cansancio, la energía se gastaba con cada minuto. Mi cabeza retumbaba entre dolor, me empuje hacia arriba,  con mi brazo me apoyaba y con la poca fuerza que me quedaba trataba de subir. Los salados fluidos resbalaban por mi frente, mi garganta se irritaba y mi boca expedía aire y fluidos. De nuevo esa fuerza me absorbía. El aire despeinaba mi cabello, podía ver el cielo azul y radiante, las nubes como pieles de zorro ártico, ahora una fuerza increíble pasaba por mi espalda y todas mis extremidades quedaban tiesas, la luz disminuía y ya no quedaba nada.

(30 de enero de 2013)

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Creación

Navaja, fría al tacto, con sus dientes tocando la carne, con muy poca fuerza corte la piel blanca y bella. La extendí en la mesa. Tome otro cuerpo, vi sus hermosos ojos, como citrinos con un poco de mar rodeando las pupilas. Cuidadosamente los retire y los coloque en un frasco, los aprecie, brillaban, por los minerales en las solución regreso su vida y el color se intensifico. Me retire de la mesa y me acerque a mi escritorio,  ahí vi unas cuantas pelucas. ¿Cuál usare?¿qué sentimiento le quiero dar? Rizos negros, cabello rojizo y ondulado, sedoso y lizo con destellos color oro. Sí, el cabello lacio le va. Me acerque al maniquí, la piel en ella lucia perfecta, tome los ojos y los coloque con cuidado. Se veía bellísima, tome otro cuerpo, sus labios me seducían y los corte con el bisturí. Los extraje y los coloque en el maniquí. Me tome mi tiempo y coloque las demás partes, sus pestañas, el maquillaje. Perfecta. Escuche unos toquidos. Salí de mi sótano con mi navaja en mano. Subí las escaleras y pase por la cocina hasta llegar a la entrada.  Abrí la puerta, mi expresión tiesa y en mi mano la navaja.

(miércoles 30 de enero 2013)

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