sábado, 13 de diciembre de 2014

Trabajo final de Mundo Clásico

¿Te has dado cuenta?
Ignoré por un momento la pantalla que tenía frente a mí, con las cuentas y pedidos de arte, para observar detenidamente aquel mármol blanco que se unía con tanta perfección. Otra vez me encontraba mirando uno de los muros conectados con pilares frente al estudio. Éste daba por la puerta a las columnas frontales que cercaban al peristilo que daba al patio central.  Me recargué con los brazos en la nuca y miré todo el cuarto. Las piezas las había colocado de una manera minuciosa donde podrían ser iluminadas naturalmente o con fluorescencias. Hasta Nayana había conseguido que la iluminación no le quitase esa frescura y color a las obras, a aquellos jarrones con imagenes figurativas y solemnes escenas plasmadas en negro sobre sepia. Me llamaban a reproducir su mismo ritual de caza y muerte. Así me mantuve, quieto, le insistí a mi mente a darle unos cuantos minutos más para contemplar aquellas bellas piezas de marfil, provenientes de micenas, que habíamos conseguido al reemplazarlas con copias. Me maravillaba la vida en Nápoles, la humedad no le quitaba su esplendor, era fresco y más por las olas que podía ver por las ventanas de la villa. El encanto se apagó. Guardé desesperadamente los documentos pero al subir la mirada me detuve. Deje salir aire por mi boca y comencé a hablar.
“Margarett, eres tú. Creí que eras mi cuñado”.
“No se preocupe señor Luis, se ha ido con la señora por un paquete”.
“¿Y dijo cuándo va regresar?”.
“No señor pero me dejó un recado. ¿Lo leo o se lo entrego?”.
“Léamelo”.
“Sí señor, dice así: Luis, iremos por las nuevas piezas, cuando regresemos te llamaré para que aproveches nuestra ausencia y te dediques a hacer los presupuestos de las nuevas obras”.
“Perfecto. Margarett ya te puedes retirar”.
“Sí señor”.
Al salir Margarett por la entrada del estudio, me ahogué en mi trabajo. La adrenalina era parte de mí, mis manos y cuerpo se aceleraban, nacían raíces a consecuencia del tiempo consumido por la visita. Ese odioso parásito con el que ni siquiera la sangre comparto nos afectaba en eficiencia y eficacia, algo que no había pasado desde nuestros seis años de matrimonio. “El equipo se rompe” pensé, pero al envolverme en mi odio trabajé con más energía. Por un momento era tan alta la barrera que Margarett tuvo que contestar mi celular y sacarme del trance al obstruir mis ojos de la pantalla.
“Señor Luis, es la Señora Nayana. Quiere hablar con usted”.
“Sí, gracias Margarett. Bueno”.
“Que distraído, ¿está en silencio tu celular o porqué no me contestas?”
“Estaba terminando los presupuestos para comenzar con las llamadas de transporte”.
“¡No!”
Mi cabeza retrocedió como reacción al grito y regrese al auricular del teléfono.
“¿Qué ocurre?”
“Recuerda que yo debo hacer las llamadas, ese es mi trabajo.”
“Pero si tu estás ocupada distrayendo a tu hermano debo mantener las ventas fluyendo.”
Hubo un silencio e intuí que había terminado la conversación. Era de esperarse, una mujer hindú “dueña de casa” siempre tiene necesidad  de poder y control.
“Ya voy para allá”, me dijo con una voz grave y estriada.
Se escuchó un sonido al final de la línea y colgué. Por eso no soportaba las visitas, sólo hacían el trabajo más pesado para ambos, no podíamos ocuparnos en las cuentas o presupuestos de nuevos clientes por el cuidado a no ser descubiertos. Te odio Nirek, me arden las venas por la ansiedad que me produces.
Al no poderme dedicar a los trabajos de bandido bien pagado, acomodé los presupuestos en carpetas dentro de mi maletín bajo llave. Me levanté y salí por la puerta que daba al peristilo que enmarcaba el impluvio de pasillos y el patio central.
Miré a mi derecha dónde me dirigiría a los baños de vapor, aunque podría ir a mi izquierda donde se encontraba el comedor y la cocina. Pero también me tentaba caminar hacia al frente ya que en la penúltima recamara, antes del recibidor, estaban las piezas más hermosas rodeando la habitación. Aún cuando la entrada, a la izquierda del recibidor, tenía de las más bellas copias por Caravaggio, las mejores piezas residían dentro de nuestros límites. Lo pensé por un momento y mejor caminé hacia el recibidor para dirigirme a la bodega donde teníamos las exposiciones. Esta área normalmente era utilizada como caballeriza en tiempos clásicos pero por amor al arte se había convertido en un cuarto iluminado y tranquilo. De día se llenaba de vida y de noche de obscuridad, frío y silencio.
Llegando a la bodega comencé a colocar caja tras caja hasta encontrar las cerámicas y utensilios de caza que tanto esperábamos. Las saqué cuidadosamente para tenerlos exhibidos con sus respectivas placas. Después lo recordé, había recibido el cuadro que tanto esperaba. Tomé el tubo y saque con mis guantes de látex aquella preciada adquisición. Napoleón cruzando los alpes por Jacques Louis David. Por un momento me imaginé desahogando todo el esfuerzo de mis estudios clásicos y neoclásicos pero no quise derramar ni una gota sobre esa preciada… escuché mi nombre. Hubo un instante en el que creí que deliraba, pero lo escuche de nuevo.  
“Luis. Luis. Nayana me dijo que te diera estas cajas”, gritó.
“El Odioso” pensé. “Espera” me dije en voz alta. Me detuve un momento a mirar la pintura. Tenía que actuar rápido, escuchaba sus pasos sobre los pisos de mural y sabía que estaba cerca, pero el cuidado era primero. Lo enrollé con delicadeza para así deslizarlo dentro del tubo. Uno, dos, tres, listo. Escuché sus pasos sobre mí y rápidamente volteé la cabeza. Sobre su cara sólo había más cajas. Mis músculos se relajaron y las tomé. En la esquina de mi ojo vi a Margarett entrar por la puerta que, con mirada angustiada, miró hacia el piso.
“Gracias hermano” me dice Nirek con voz sarcástica.
Tomó el tubo y comenzó la duda.

(25 de octubre de 2014 – 27 de octubre de 2014)

FPSA 

viernes, 12 de diciembre de 2014

I must admit

I don’t want you to be feel like scraps that have been left. I want to cherish you, your worth so much I cry while thinking my fears have been found out. Please. Tell me you don’t know. Please, never find out, that my deepest fear is leading you on while you don’t really understand. I’m afraid, and that is my subconscious dragging you down. I’m afraid and I want you beside me. I’m afraid that I love you and you will leave me some day. And what hunts me the most is that that fear will drive you away. I too fear that that fear manifests itself in no love at all. That it slowly left you with no caring cell. Fear can transform a human into a monster, swelling them up from the inside out. With all that anger and jealousy you cannot ever look anyone in the eye.

That is why I write, so you don’t know from my lips this insanity. So you won’t see from my actions this obsession. So this fear won’t touch your pure hands for it most die in this black words. For it most disappear from my emotions while they’re declared. And as for me, as I know my fear I’m the master of my subconscious mind. This risk will not seduce me, it maybe latent, but while conscience it will never come out.


(December 12, 2014)   


FPSA